Este crucero al Polo Norte geográfico supone el descubrimiento de un infinito azul y blanco, del juego entre el cielo y los témpanos de hielo, del contraste entre el aire cristalino y el oso blanco que se aleja en silencio. ¿Te imaginas cómo es el sonido cuando una nave rompehielos aplasta bloques de dos metros de grosor o qué se siente al bañarse con un traje de neopreno en las aguas gélidas del Ártico entre focas, morsas y leones marinos?
Embarcamos en uno de estos colosos buques soviéticos, dotados de dos reactores nucleares de 75.000 caballos, 160 metros de largo, dos helicópteros y varias zodiacs. Salimos de Murmansk y cruzamos el mar de Barents apreciando la luz ártica, los icebergs y las rocas volcánicas. Y, si el tiempo lo permite, un helicóptero nos dejará admirar la curvatura del horizonte.
Continuando hacia nuestro destino, nos despiertan los primeros choques del hielo contra el casco. La temperatura exterior suele ser de 0°C y, con un poco de suerte, podremos descender para saborear un contundente pic-nic y sumergirnos en el océano. Finalizamos la travesía en el archipiélago Francisco-José, alrededor de la isla de Hooker, atravesando la bahía Tikhaya, famosa por su antigua estación polar abandonada, sus rocas Rubini y su importante colonia de pájaros.