Este bello y enorme territorio de nómadas, compuesto por estepas, desiertos y templos lamaístas, es perfecto para trekkings y viajes de aventura. Y para recordar la historia de su legendario conquistador, Gengis Khan, que en el siglo XIII amplió el imperio mongol desde Pekín hasta el mar Caspio.
Aisladas y salvajes, las regiones del centro, del norte y el desierto de Gobi son más accesibles que las del este, dominadas por la magnífica cordillera del Altai, y las oeste, ya casi de otro mundo. Pero también está la Mongolia de Ulán Bator, la moderna capital, testigo de la transformación del país desde la caída del régimen comunista, con su mezcla de arquitectura local, estalinista y occidental, excelentes hoteles y museos, y animada vida nocturna.
Como mejor se descubre este destino inédito es mezclándose con la población, alojándose en súper confortables yurtas y perdiéndose por los espacios abiertos a lomos de caballo o en moto.